This Sunday Jesus tells us what the key to heaven’s door costs. I would like to begin by linking this Gospel to the preceding two Sundays. They form a trilogy.
Two weeks ago Jesus told us we can enter heaven only by the narrow gate. Last Sunday Jesus offered us the key to that gate: humility – “every one who exalts himself will be humbled, but the one who humbles himself will be exalted.” Self-exaltation leads to hell, but humility opens the gate to heaven.
Today Jesus tells us what the key costs: “Any of you who does not renounce all his possessions cannot be my disciple.”
It should not surprise us that the key to heaven has a price. Jesus tells us to “calculate the cost.” If you want to build a tower, says Jesus, make sure you have the resources to complete it. We know that very well. If you are going to buy a house or a car, figure out first whether you can make the monthly payments. If you want to be a disciple of Jesus – which is the only path to heaven – know in advance what it will cost: everything.
In the end you must be prepared to turn over all that you possess. If you want the key to a car, it will cost quite a bit. If you want the key to a home, be prepared to make an even greater expense. If you want the key to heaven, you will have to make the greatest sacrifice – everything, all you possess.
Not understanding this concept well is the reason why, for many of us, a lot of things don’t make sense and why we suffer much more than we have to. To understand better, we need true wisdom.
Our first reading speaks to us about true wisdom. True wisdom comes from God and enables a person to be guided by the interests of the soul rather than those of the body.
True Wisdom helps us keep all things in perspective: 1.) The only reason we are here on Earth is to get to Heaven. 2.) All God made is good and it is to help us get to the Giver like rungs on a ladder help us get to the top. 3.) God is love. “Hate” here must be translated as “love less.” He himself says: “Love one another, as I have loved you.” Jesus’ love is perfect order: love the Father’s Will…
Today, when he comes once again to us in Holy Communion, let’s ask for the gift of true wisdom and the grace to apply it to our lives.
—
Este domingo Jesús nos dice cuánto nos cuesta la llave de la puerta del cielo. Me gustaría comenzar vinculando este Evangelio al de los dos domingos anteriores ya que forman una trilogía.
Hace dos semanas, Jesús nos dijo que sólo podemos entrar al cielo por la puerta angosta. El domingo pasado, Jesús nos ofreció la llave de esa puerta: la humildad: “todo el que se enaltece será humillado, pero el que se humilla será enaltecido”. La exaltación propia conduce al infierno, pero la humildad abre la puerta al cielo.
Hoy Jesús nos dice cuánto cuesta la llave: “Cualquiera de ustedes que no renuncie a todas sus posesiones no puede ser mi discípulo”.
No debería sorprendernos que la llave del cielo tenga un precio. Jesús nos dice que “calculemos el costo”. Si quieres construir una torre, dice Jesús, asegúrate de tener los recursos para completarla. Lo sabemos muy bien. Si vas a comprar una casa o un automóvil, primero debes determinar si puedes hacer los pagos mensuales. Si quieres ser un discípulo de Jesús, que es el único camino al cielo, debes saber de antemano cuánto costará: todo.
Al final debes estar preparado para entregar todo lo que posees. Si quieres la llave de un automóvil, te costará bastante. Si quieres la llave de una casa, prepárate para hacer un gasto aún mayor. Si quieres la llave del cielo, tendrás que hacer el mayor sacrificio: todo, todo lo que posees.
No entender bien este concepto es la razón por la cuál, para muchos de nosotros, muchas cosas no tienen sentido y por qué sufrimos mucho más de lo necesario. Para entender mejor, necesitamos sabiduría verdadera.
Nuestra primera lectura nos habla sobre la sabiduría verdadera que proviene de Dios y permite que una persona sea guiada por los intereses del alma en lugar de los del cuerpo.
La Verdadera Sabiduría nos ayuda a mantener todas las cosas en perspectiva: 1.) La única razón por la que estamos aquí en la Tierra es para llegar al Cielo. 2.) Todo lo que Dios hizo es bueno y es para ayudarnos a llegar al Dador como los peldaños en una escalera nos ayudan a llegar a la cima. 3.) Dios es amor. El “Odio” aquí debe traducirse como “menos amor”. Él mismo dice: “Ámense los unos a los otros, como yo los he amado”. El amor de Jesús es el orden perfecto: ama la Voluntad del Padre …
Hoy, cuando viene una vez más a nosotros en la Sagrada Comunión, pidamos el don de la verdadera sabiduría y la gracia para aplicarlo en nuestras vidas.
Comments